domingo, 7 de junio de 2009

sábado, 24 de enero de 2009

Pessoa

Siempre seré el que esperó que le abriesen la puerta ante una pared sin puerta


jueves, 21 de agosto de 2008

Buenos Aires

Buenos Aires sueña con raves eternas en donde los cuerpos se transforman en meros contenedores de movimiento. El súmmum de toda máquina, sólo alimentada con materia prima verificada y normalizada. No hay ninguna posibilidad de que exista un imprevisto.

ISO 9000. Hemos cumplido con todas las reglas, el material está verificado técnicamente. Ordenar de a pares en una fila prolija y distribuir el contenido: 30 por paquete. Los afortunados irán en cápsulas individuales, con respecto al resto, procuraremos no dispensarles demasiados magullones. Estimamos no recibir muchas quejas, es el pequeño costo de la gran ambición.

Buenos Aires frío. Un cartel hecho jirones sobre un transformador y el colectivo que arrasa distancias inexistentes. Una jaula de metal surcando una ciudad sin espacios. O con espacios de tránsito. Espacios que únicamente deberán dejar lugar a otro espacio, y a otro, y a otro. Un túnel a ninguna parte. Un tren eterno donde el paisaje es sólo un decorado. Teletransportados. De aquí hasta allá. En un calvario voluntario. Arracimados como pelotas de tenis en un canasto. Ni siquiera importa el intermedio, sólo los extremos dan sentido al trazado. Sólo los extremos dan sentido al sentido.

ISO 9001. El espécimen deberá mantenerse a raya y, en lo posible, conforme. Tickets canasta y una palmada en el hombro antes de indicarle su ubicación. Promover los espacios de sociabilidad. Ficticia, pero sociabilidad al fin. En lo posible, un espacio abierto donde compartir los más diversos temas de discusión, y un lugar común donde cumplir con el rito de la alimentación. Una vez al mes la comida corre por cuenta y cargo de la organización.

Buenos Aires con ofertas de grises trampolines. Tres pares de medias por seis pesos en la esquina de Corrientes y Lambaré. No hay espejos, sólo la aberrante imagen ajena y la velada máscara propia. Ida y vuelta sin alternativas. Aquí y allá son tal vez los dos lados de la misma zanja. Y el barro hierve lanzando vahos hacia los costados. Pero nos aferramos con las uñas, y no nos arriesgamos a saltar.

ISO 9002. La disponibilidad de elementos de reemplazo es factor fundamental en todo proceso productivo eficiente. No está contemplada la posibilidad de una pausa. Sólo el colapso detendrá el proceso. Hasta tanto este llegue, la cadena de provisión deberá mantenerse imperturbable.

Buenos Aires vacía. Y una red de trenes que se bambolean en su liviandad. Los semáforos, arrogantes, dominan con una eficiencia atroz al tránsito fantasma. Suena un despertador y se enciende una radio muda. Una alarma avisa que nadie está por perder un avión que nunca saldrá.

jueves, 12 de junio de 2008

Sendero Luminoso - III

El momento ha llegado, mis retoños. Lo saben sin saberlo: para sacar al buey del pantano hay que agarrarlo por las astas. Y hasta ustedes merecen el esfuerzo, grises grumetes. Porque el que construye espiritualmente es como un albañil. Sabe de qué está hecho el ladrillo, que está hecho de bosta o de barro. Pero él construye con lo que tiene. Después lo revoca, le pone felpa del lado de adentro y lo decora con un poco de contenido moral. La realidad indica, finalmente, que todo está hecho de bosta y de barro.


Entonces aun ustedes son llamados a participar de este trayecto. La vanguardia tiene la obligación de avanzar a pasos agigantados, y en ese despliegue debe abarcar incluso al más improductivo. Nada puede prohibirse, bestiecitas, porque la prohibición de la imaginación teórica abre caminos para la locura política. No pongan esas caras ni inicien discusiones infantiles, aun sin saberlo lo saben, mis amigos: si en algo tengo razón, es en todo.


Pegar el salto amiguitos, pegar el salto. Dejar ya de mirar hacia un costado y comenzar a mirar hacia delante. Basta de quedarse refugiados en el remanso. Los saltos hay que animarse a pegarlos, insectillos. No más amagues, indecisiones ni gambetas. De cabeza al arco mis corifeos, que si es gol saldrán a gritarlo con la boca hecha un abismo, y si todo termina en una pifia ustedes seguirán siendo exactamente los mismos desgraciados.


Por eso, mis retoños, los insto a mirar levemente alrededor y a aprender que, para ser felices, sólo hay que articular los signos adecuadamente. Es tan sencillo como eso, chaparritos. Alinear de manera correcta una cadena significante en el momento exacto. Animarse a ser soberanos en el mezquino mundo de la palabra. Lo cual es más fácil de lo que aparenta. Porque la palabra, cachorritos, es un universo harto limitado. Háganse cargo de sus límites y sepan que puedan manejar con maestría sus posibles combinaciones, y verán como el mundo se abre de piernas delante suyo. Sólo tienen que animarse a juguetear con el sentido, almas cobardes, y casi, casi todo será suyo. Les he revelado un gran secreto. Ahora me voy.


Simón

sábado, 31 de mayo de 2008

El por qué de todo esto

-Usted comprende –me dijo–. En el Retorno a la Simple Bestialidad han de lograrse dos cosas: una “degradación punitiva” del ser que ha ofendido su dignidad; y una “mortificación” del ser en su territorio de bestia. Impaglione, ¿digo bien?

-No exactamente –objetó el corifeo–. Si el Retorno a la Simple Bestialidad ha de ser voluntario, yo lo definiría como “autodegradación” o “automortificación”. Es más pedagógico.

Severo escuchó el alegato de Impaglione con la sonrisa extática de quien oye una grabación perfecta.



Leopoldo Marechal - El banquete de Severo Arcángelo