jueves, 21 de agosto de 2008

Buenos Aires

Buenos Aires sueña con raves eternas en donde los cuerpos se transforman en meros contenedores de movimiento. El súmmum de toda máquina, sólo alimentada con materia prima verificada y normalizada. No hay ninguna posibilidad de que exista un imprevisto.

ISO 9000. Hemos cumplido con todas las reglas, el material está verificado técnicamente. Ordenar de a pares en una fila prolija y distribuir el contenido: 30 por paquete. Los afortunados irán en cápsulas individuales, con respecto al resto, procuraremos no dispensarles demasiados magullones. Estimamos no recibir muchas quejas, es el pequeño costo de la gran ambición.

Buenos Aires frío. Un cartel hecho jirones sobre un transformador y el colectivo que arrasa distancias inexistentes. Una jaula de metal surcando una ciudad sin espacios. O con espacios de tránsito. Espacios que únicamente deberán dejar lugar a otro espacio, y a otro, y a otro. Un túnel a ninguna parte. Un tren eterno donde el paisaje es sólo un decorado. Teletransportados. De aquí hasta allá. En un calvario voluntario. Arracimados como pelotas de tenis en un canasto. Ni siquiera importa el intermedio, sólo los extremos dan sentido al trazado. Sólo los extremos dan sentido al sentido.

ISO 9001. El espécimen deberá mantenerse a raya y, en lo posible, conforme. Tickets canasta y una palmada en el hombro antes de indicarle su ubicación. Promover los espacios de sociabilidad. Ficticia, pero sociabilidad al fin. En lo posible, un espacio abierto donde compartir los más diversos temas de discusión, y un lugar común donde cumplir con el rito de la alimentación. Una vez al mes la comida corre por cuenta y cargo de la organización.

Buenos Aires con ofertas de grises trampolines. Tres pares de medias por seis pesos en la esquina de Corrientes y Lambaré. No hay espejos, sólo la aberrante imagen ajena y la velada máscara propia. Ida y vuelta sin alternativas. Aquí y allá son tal vez los dos lados de la misma zanja. Y el barro hierve lanzando vahos hacia los costados. Pero nos aferramos con las uñas, y no nos arriesgamos a saltar.

ISO 9002. La disponibilidad de elementos de reemplazo es factor fundamental en todo proceso productivo eficiente. No está contemplada la posibilidad de una pausa. Sólo el colapso detendrá el proceso. Hasta tanto este llegue, la cadena de provisión deberá mantenerse imperturbable.

Buenos Aires vacía. Y una red de trenes que se bambolean en su liviandad. Los semáforos, arrogantes, dominan con una eficiencia atroz al tránsito fantasma. Suena un despertador y se enciende una radio muda. Una alarma avisa que nadie está por perder un avión que nunca saldrá.

jueves, 12 de junio de 2008

Sendero Luminoso - III

El momento ha llegado, mis retoños. Lo saben sin saberlo: para sacar al buey del pantano hay que agarrarlo por las astas. Y hasta ustedes merecen el esfuerzo, grises grumetes. Porque el que construye espiritualmente es como un albañil. Sabe de qué está hecho el ladrillo, que está hecho de bosta o de barro. Pero él construye con lo que tiene. Después lo revoca, le pone felpa del lado de adentro y lo decora con un poco de contenido moral. La realidad indica, finalmente, que todo está hecho de bosta y de barro.


Entonces aun ustedes son llamados a participar de este trayecto. La vanguardia tiene la obligación de avanzar a pasos agigantados, y en ese despliegue debe abarcar incluso al más improductivo. Nada puede prohibirse, bestiecitas, porque la prohibición de la imaginación teórica abre caminos para la locura política. No pongan esas caras ni inicien discusiones infantiles, aun sin saberlo lo saben, mis amigos: si en algo tengo razón, es en todo.


Pegar el salto amiguitos, pegar el salto. Dejar ya de mirar hacia un costado y comenzar a mirar hacia delante. Basta de quedarse refugiados en el remanso. Los saltos hay que animarse a pegarlos, insectillos. No más amagues, indecisiones ni gambetas. De cabeza al arco mis corifeos, que si es gol saldrán a gritarlo con la boca hecha un abismo, y si todo termina en una pifia ustedes seguirán siendo exactamente los mismos desgraciados.


Por eso, mis retoños, los insto a mirar levemente alrededor y a aprender que, para ser felices, sólo hay que articular los signos adecuadamente. Es tan sencillo como eso, chaparritos. Alinear de manera correcta una cadena significante en el momento exacto. Animarse a ser soberanos en el mezquino mundo de la palabra. Lo cual es más fácil de lo que aparenta. Porque la palabra, cachorritos, es un universo harto limitado. Háganse cargo de sus límites y sepan que puedan manejar con maestría sus posibles combinaciones, y verán como el mundo se abre de piernas delante suyo. Sólo tienen que animarse a juguetear con el sentido, almas cobardes, y casi, casi todo será suyo. Les he revelado un gran secreto. Ahora me voy.


Simón

sábado, 31 de mayo de 2008

El por qué de todo esto

-Usted comprende –me dijo–. En el Retorno a la Simple Bestialidad han de lograrse dos cosas: una “degradación punitiva” del ser que ha ofendido su dignidad; y una “mortificación” del ser en su territorio de bestia. Impaglione, ¿digo bien?

-No exactamente –objetó el corifeo–. Si el Retorno a la Simple Bestialidad ha de ser voluntario, yo lo definiría como “autodegradación” o “automortificación”. Es más pedagógico.

Severo escuchó el alegato de Impaglione con la sonrisa extática de quien oye una grabación perfecta.



Leopoldo Marechal - El banquete de Severo Arcángelo

lunes, 12 de mayo de 2008

Sendero Luminoso - II

Buenas noches, mis queridísimos borregos. Quiero suponer que en esta ocasión no tendré la necesidad de desarrollar demasiados preámbulos para explicarles hacia dónde nos dirigimos. Asumo que esa inquietud ya ha a sido evacuada durante nuestro encuentro anterior, y si alguno de ustedes aún alberga alguna duda, es libre para retirarse en este instante. Además, como recordarán, detesto los rodeos. Los rodeos son un atasco intelectual, son como un estreñimiento endemoniado que obstruye el carácter expresivo de nuestro ser. El estreñimiento, sabrán ustedes, es un fenómeno físico harto molesto. Querer cagar y no poder cagar, esa es la cuestión. Pero el estreñimiento corpóreo mis amigos no es nada frente al estreñimiento intelectual que pasaré a exponerles.

Señores imagínense no poder eyacular una maldita idea. Ir a la cinemateca a ver una película de Bergman o leer de punta a punta El Proceso y no poder sacar de nuestros recovecos cerebrales ni siquiera una reflexión intrascendente. Lo sé, lo sé. Algunos dirán que el silencio de la incertidumbre es preferible a la verborragia ridícula de la estupidez. Pero es que finalmente no es esto ni lo otro. No señores. Este es un episodio fáctico y específico de estreñimiento intelectual. De sus profundidades no salen ideas, ni banales, ni estúpidas, ni erróneas, y mucho menos geniales. La mente, devotos míos, es como una hoja pentagramada totalmente en blanco. En ella están marcados los límites pero no está diagramado el ritmo que se escuchará durante el viaje. Juro, señores, que ustedes pueden hacer todo el esfuerzo posible para intentar recuperar la capacidad performativa. Sin embargo, les advierto, es muy difícil escaparse. La desabrida alternativa de sacarse el tapón de la cabeza y salir a la vida a combatir la estupidez con cara de “yo estoy reflexionando” no es más que un artificio.

Demasiado idiota dando vuelta por este vecindario señores. Tanto idiota haciendo jaleo en la manzana que hasta las ganas de salir de fiesta se estriñen. Tal vez el mundo nos estriñe para que guardemos nuestra mierda en el interior, y no seamos capaces de andar mostrándola por ahí a los pacatos que no se animan a mirar sus propios soretes cuando cagan. Perdón, perdón, es que la propia idea del estreñimiento altera mis modales. Todo tenía que ver, fundamentalmente, con no dar vueltas e ir directo al grano. Hoy, mis queridos correligionarios, ustedes aún están estreñidos. Es un estado de tensión en el cual la explosión parece inminente, pero aún no llega. No dan vueltas, sino que se mantienen en el mismo lugar hasta nuevo aviso. Yo soy el Gran Removedor que los sacará de ese estado de encastre intelectual. Este, figurines, no es más que el primer escozor. Sean pacientes y sentirán el terremoto que los arrancará definitivamente de su comodidad. Podéis retiraos sin pesar, os espero en nuestro próximo encuentro.

Simón

sábado, 26 de abril de 2008

Sendero Luminoso - I

Gracias, gracias. Señores desde aquí, desde este humilde púlpito, he venido a decirles que sé perfectamente lo que ustedes están buscando. Señores, y por qué no decirlo señoritas, no prometo la solución a sus problemas, pero sí algunas instrucciones imprescindibles para llegar a buen puerto. Deben sentirse aliviados y afortunados de tenerme aquí frente suyo para demostrarles, con mis diestras palabras, que nadie resulta tan inútil como parece, ni siquiera ustedes. La esperanza, mis queridos devotos, es la única madre del triunfo, el talento no es más que un prejuicio que se han inventado los soberbios y los vagos.

Pero basta de preámbulos y vayamos al punto, a la cuestión que nos convoca. Ustedes sabrán que odio los regodeos y los desvaríos estilísticos, así que dejemos ya las ambigüedades y dirijámonos directo al área neurálgica de este asunto. Dar vueltas mis amigos no sirve absolutamente para nada. Caminar sin saber adonde ir es la actividad propia de un adolescente desorientado, y lo que nos agrupa hoy en este foro es precisamente lo contrario. Animémonos a decirlo sin matices, ustedes están aquí en busca de la iluminación, y yo soy el humilde orfebre que les facilitará el artefacto que los sacará de las tinieblas. Hay que atreverse a decir las cosas con certeza y sin matices, estimados. La claridad del concepto facilita su absorción, por eso, además de conciso, seré claro. Ver sus caras, mis amigos, es para mi un placer y un orgullo. Veo en ustedes los rostros ansiosos de los que desean, el matiz abrasador de aquellos que se saben a punto de recuperar la voluntad. Acaban de cruzar la frontera imaginaria y ahora sus vidas tomarán un nuevo rumbo, alcanzaron un espacio sin vía de retorno. El camino que se extiende frente a ustedes puede parecer infinito y escarpado. Pero no teman, yo los guiaré con precisión por sus vericuetos, y verán que el viaje puede incluso parecer agradable por momentos. Estén preparados para ingresar en un trayecto que los hará odiarse, amarse, para luego odiarse nuevamente. Esta es la lógica del proceso y no deben asustarse si pretenden salir de aquí purificados. El ser humano, borregos míos, acuna en su interior todo lo necesario para su éxito y supervivencia. Yo los invito a un periplo por sus tripas, a un tour doméstico por su páncreas y su duodeno. El sabor amargo de la bilis les enseñará que nada en esta vida es fácil, pero que un Hombre con mayúscula sólo puede acuñarse a fuerza de maza y cincel.

Ya han sido informados de lo inicial y, quizás, de lo más importante. La decisión es fundamental para la concreción, la retórica vacua es enemiga del triunfo. Hay que adentrarse entonces, sin dudarlo, por el camino que les propongo. Es una travesía difícil, pero con mi ayuda podrán superarla y salir fortalecidos. Pueden retirarse sin pesar, los espero en nuestro próximo encuentro.

Simón.

miércoles, 26 de marzo de 2008

Apenas una frase

"La huelga significa que el hombre es total, que todas sus funciones son solidarias unas de otras, que los papeles de usuario, de contribuyente o de militar son murallas demasiado débiles para oponerse al contagio de los hechos y que dentro de la sociedad todos se vinculan con todos".


Roland Barthes, "El usuario y la huelga", en Mitologías.

miércoles, 9 de enero de 2008

Contacto

“Todos los sentidos, incluida la vista, son prolongaciones del sentido del tacto; los sentidos son especializaciones del tejido cutáneo, y todas las experiencias sensoriales son modos de tocar”.
Juhani Pallasmaa, “Los ojos de la piel”.


Casi de forma desapercibida, el tacto es tal vez el padre de todos los sentidos. A pesar de que vivimos en una era en la cual el ojo parece ocupar el centro de la escena, en la que las imágenes en movimiento nos azoran con sus poderes hipnóticos, no podemos negar que la sensibilidad de la piel es, fue y será el indicador más fiel y omnipresente de nuestra existencia en este mundo. Por ella tenemos conciencia espacial de nuestra corporalidad, de sus propios límites y del comienzo de lo ajeno. Un límite que no debe confundirse con un final, sino fundirse en un comienzo.

El frío, el calor, el viento, el dolor, la lluvia, las diversas texturas. Es posible vivir sin ver. Es posible vivir sin oír. Sin sentir el gusto de los alimentos ni el aroma de los cuerpos que nos rodean. Pero la pérdida del tacto supondría carecer de conciencia de la propia existencia, de la propia anatomía. Sin tacto, las sensaciones espaciales se transformarían en torpes ficciones, fantasmas móviles y ausentes como los que se ven cada día en la pantalla de TV. No hay calidez, no hay frialdad, no hay aspereza, no hay suavidad, no hay rechazo, no hay indiferencia. Sin tacto no hay orgasmo. Ese sentido difuso, ubicuo, parece abarcar tanto el exterior como el interior del cuerpo, dándole finalmente volumen a nuestra presencia en el mundo.

Si el cuerpo debe resignarse a ser sólo uno, contiene en el tacto al único sentido que puede abrir sus fronteras hacia su fusión con otro. La vista es distancia. El oído es distancia. El tacto es presencia irrefutable. Un roce disimulado, una mano sobre el hombro, un brazo que pasa por la cintura, una mano agarrando a otra mano. Contacto es conciencia de la presencia del otro, comunión, transmisión factual de sensaciones.

CIPA es el nombre de la enfermedad congénita que genera insensibilidad ante el dolor, e imposibilidad de sentir el frío o el calor. Disestesia se llama la dolencia que produce una alteración en las facultades táctiles, generando que estímulos normalmente placenteros produzcan dolor. No existe, sin embargo, una denominación para la pérdida absoluta del tacto, un émulo de lo que la sordera representa para el oído o la ceguera para la vista. El único nombre, mucho más terminante, es muerte.

Les dejo un pequeño artículo sobre propiedades terapéuticas del sentido del tacto, y otro sobre alteraciones psíquicas que impactan en el sistema sensorial.

Un abrazo,

Hernán.