sábado, 26 de abril de 2008

Sendero Luminoso - I

Gracias, gracias. Señores desde aquí, desde este humilde púlpito, he venido a decirles que sé perfectamente lo que ustedes están buscando. Señores, y por qué no decirlo señoritas, no prometo la solución a sus problemas, pero sí algunas instrucciones imprescindibles para llegar a buen puerto. Deben sentirse aliviados y afortunados de tenerme aquí frente suyo para demostrarles, con mis diestras palabras, que nadie resulta tan inútil como parece, ni siquiera ustedes. La esperanza, mis queridos devotos, es la única madre del triunfo, el talento no es más que un prejuicio que se han inventado los soberbios y los vagos.

Pero basta de preámbulos y vayamos al punto, a la cuestión que nos convoca. Ustedes sabrán que odio los regodeos y los desvaríos estilísticos, así que dejemos ya las ambigüedades y dirijámonos directo al área neurálgica de este asunto. Dar vueltas mis amigos no sirve absolutamente para nada. Caminar sin saber adonde ir es la actividad propia de un adolescente desorientado, y lo que nos agrupa hoy en este foro es precisamente lo contrario. Animémonos a decirlo sin matices, ustedes están aquí en busca de la iluminación, y yo soy el humilde orfebre que les facilitará el artefacto que los sacará de las tinieblas. Hay que atreverse a decir las cosas con certeza y sin matices, estimados. La claridad del concepto facilita su absorción, por eso, además de conciso, seré claro. Ver sus caras, mis amigos, es para mi un placer y un orgullo. Veo en ustedes los rostros ansiosos de los que desean, el matiz abrasador de aquellos que se saben a punto de recuperar la voluntad. Acaban de cruzar la frontera imaginaria y ahora sus vidas tomarán un nuevo rumbo, alcanzaron un espacio sin vía de retorno. El camino que se extiende frente a ustedes puede parecer infinito y escarpado. Pero no teman, yo los guiaré con precisión por sus vericuetos, y verán que el viaje puede incluso parecer agradable por momentos. Estén preparados para ingresar en un trayecto que los hará odiarse, amarse, para luego odiarse nuevamente. Esta es la lógica del proceso y no deben asustarse si pretenden salir de aquí purificados. El ser humano, borregos míos, acuna en su interior todo lo necesario para su éxito y supervivencia. Yo los invito a un periplo por sus tripas, a un tour doméstico por su páncreas y su duodeno. El sabor amargo de la bilis les enseñará que nada en esta vida es fácil, pero que un Hombre con mayúscula sólo puede acuñarse a fuerza de maza y cincel.

Ya han sido informados de lo inicial y, quizás, de lo más importante. La decisión es fundamental para la concreción, la retórica vacua es enemiga del triunfo. Hay que adentrarse entonces, sin dudarlo, por el camino que les propongo. Es una travesía difícil, pero con mi ayuda podrán superarla y salir fortalecidos. Pueden retirarse sin pesar, los espero en nuestro próximo encuentro.

Simón.